La peluquería canina no debería ser una fuente de estrés ni para el perro ni para su tutor. Sin embargo, muchos peludos desarrollan miedos asociados a ruidos, herramientas o incluso al simple hecho de ser tocados en ciertas zonas. La clave está en introducirlos de forma gradual y respetuosa, adaptando cada paso a su nivel de comodidad.
Conociendo las personalidades caninas
Antes de siquiera usar un cepillo, permite que el perro explore el espacio de peluquería sin presión. Puedes:
Llevarlo a la mesa solo a comer premios.
Encender las máquinas sin usarlas, mientras recibe caricias.
Jugar en la zona para asociarla con bienestar.
Consejo: usa snacks de alto valor (queso, pavo, galletitas naturales) para reforzar cualquier acercamiento voluntario.
Tocar con intención: desensibilización progresiva
Algunos perros no toleran bien ser manipulados en patas, orejas o zona de la cola. La desensibilización consiste en:
Tocar brevemente esas áreas y retirar la mano antes de que haya molestia.
Aumentar poco a poco la duración de los contactos.
Combinarlo con reforzadores positivos (comida, voz suave, juego).
No olvides observar: si lame el hocico, se encoge o gira la cabeza, puede estar indicando incomodidad.
Introducir herramientas sin miedo
No comiences directamente con tijeras o máquinas. En su lugar:
Muestra el objeto y deja que lo huela.
Acércalo al cuerpo sin tocar.
Simula su uso en el aire antes de aplicarlo suavemente, y por pocos segundos.
Hazlo en sesiones de menos de 5 minutos al principio.
Respetar su ritmo personal
Cada perro es único: algunos necesitarán 2 sesiones para adaptarse, otros 10. Forzarlo solo generará más resistencia a largo plazo. Escuchar su lenguaje corporal y frenar a tiempo es clave.
Termina siempre en positivo
Incluso si no lograste completar el corte o baño, lo importante es que el perro termine contento. Un juego, una caminata o una rica golosina al final pueden marcar la diferencia para la próxima vez.


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